Un tren nos lleva lejos, a Mongolia. Atrás, una acumulación de sonidos e imágenes, donde las cosas están perdiendo su nombre. Encontrarse en una tierra extraña, moverse con ella. A cada paso, nuestro destino se desvanece. Pero algo nos empuja a seguir: una tierra que, desnudándose, se llena de sí misma y nos habita. Aquí y ahora, quizás, recuperemos ese lugar desde dónde poder volver a mirar.